ASSILAH... Donde la magia continua.... (MOROCCO)




¿Y cuál es una de las joyas de Marruecos?
Es aquella cuyas calles laberínticas vestidas de blanco y azul de la medina más bella del mundo, recubren de arte, poesía y pintura las paredes de las casas que aguardan el brillo del Sol cada mañana. Allá, donde el pescado más fresco vuelve en pequeños botes cada mediodía, sigue deteniéndose el tiempo en la paz de unos callejones bordados de silencio, abrazados por una muralla que los protege de sí mismos más que del propio Océano Y entonces, ¿cómo es Asilah? ¿Qué tienen sus calles que forman una de las medinas más bellas de Marruecos?

Basta con cruzar los muros que resguarda la medina al oeste con el mar y al este con las vastas tierras que se extienden por todo el Magreb. A primera vista parece estrecha, y de hecho lo es, pero cuando uno se encuentra dentro de ella surgen las dudas de si seguir de frente o tomar la bocacalle de la derecha o el callejón irregular de la izquierda. Ese ligero aroma a laberinto surge paso a paso, aunque también es cierto que perderse por completo como uno podría hacerlo, pongámosle en Tanger, es algo realmente imposible. Las dimensiones son minúsculas si hacemos comparaciones, pero nadie dijo que el secreto de Asilah fuera ese.


 Creo que lo más bello lo encontramos en su sincronía con el Océano, cuya brisa se siente y se respira a cada paso, como si fuese un entramado urbano que representase al propio mar que se bate con la muralla.

Predomina el blanco sobre el azul, el verde y el barniz de la madera que nutre puertas llamativas. Los detalles de algunas calles, con arcos que comunican edificios enfrentados, ventanales labrados minuciosamente y la caricia continua de un cielo siempre acompasado con la medina de Asilah, enlazan las piezas de un puzzle que el visitante se ocupa de colocar poco a poco hasta que llega a sostener la ciudad con la palma de la mano.

Para mi esto fue Assilah o Asilah... un pueblo donde la magia la belleza y el  arte están encapsulados en el tiempo...

Donde cada verano los artistas y pintores de todo el mundo pintan las paredes de su medina...haciéndolo  un cuento donde el escritor es el mismo visitante



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